martes, 23 de agosto de 2011

Perú, país de todas las sangres.


«El mensaje de Arguedas, heredado a nosotros mediante sus obras, no es más que una súplica desesperada para la integración de los pueblos discriminados y originarios del Perú».

Existe en el Perú la confluencia de muchas razas, las mismas que han forjado la historia de nuestro país; así sabemos que la raza madre fue la Inca, la indígena, la india o la chola (en realidad no importa cómo sea denominada, pues de todas maneras es la misma); sabemos, también, que la raza española “blanca y europea” llegó en 1532, para desencadenar la conquista del Perú, y por lo tanto, es ahí donde se inicia todo tipo de mestizaje entre  el indio y el español: una época terrible, de seguro, pues  (aunque sepamos bastante bien la historia no hace daño mencionarla), los indígenas fueron retraídos hacia las minas y los campos, en donde fueron explotados para el beneficio de la corona española y su colonia  aquí, en Perú, y digo “terrible” porque de hecho, aun con las explotaciones, denigraciones, discriminación y maltrato, tal vez los que más sufrieron fueron los frutos de las uniones entre blancos y cholos (a falta de mujeres en la Colonia), a quienes conocemos como mestizos, y quienes eran discriminados y rechazados  por ambas partes, los indios les miraban como a uno más de los blancos, sus maltratadores, y los blancos les miraban con desprecio e indiferencia, pues no eran de “sangre pura”, por lo que hago alusión a la obra “Aves sin nido” de Clorinda Matto de Turner, para tomar de forma analítica, incluso más que el contenido, el título; poco después llegan los negros, o africanos, como esclavos en Perú, quienes recibían un trato inhumano y por eso mismo, eran vendidos como un objeto en las ferias desde épocas virreinales, fruto de esto también se da el cruce de sangres (aunque nunca en mayor medida que el mestizaje indio-español)  y se crean pueblos o comunidades de esta raza, que hasta el día de hoy siguen vigentes en el Perú, y que, dicho sea de paso, nos han heredado ciertas costumbres y creencias (Como el culto al Cristo moreno, o los famosísimos anticuchos), fue con Ramón Castilla, presidente del Perú, que se abolió la esclavitud, pero fue con él mismo con quien se dio otra confluencia de sangres: justamente con la asiática, miles de «culíes» llegan al puerto peruano Callao para iniciar labores en las islas guaneras y reemplazar el trabajo de los negros en las haciendas; ya por este entonces se habían dado grandes inmigraciones (sobre todo europea) resaltando la italiana y alemana.

Así vemos cuánta razón tenía Arguedas al afirmar: “Perú, el país de todas las sangres”.

Definitivamente, alguien ajeno que oyera esta oración se sentiría atraído hacia nuestro país, pues ésta hace evidente el hecho de que Perú es un país multicultural; sin embargo, dentro de nuestro propio país la historia es completamente diferente. No se ve a diario a alguien gritando a viva voz que es cholo, serrano o “andino”, algo bastante comparable con los “alpinos” (proveniente de los Alpes, en el norte de América) quienes están sumamente orgullosos de decirlo, pero sí se ve a diario, en las calles y en todo momento, a personas que miran por encima del hombro y los labios fruncidos de disgusto  a aquellos que se atreven a caminar con una lliclla en la espalda, o con una pollera multicolor.

Si bien es cierto, ahora este tipo de comportamiento (altamente criticable) se da en menor grado; años –muchos años- atrás, la situación y el contexto eran muy diferentes, y es precisamente esta época (hace 100 años) en las que nace nuestro célebre escritor nacional, José María Arguedas. No obstante  Arguedas no vive en una familia acaudalada y residente en la capital o en sectores de élite, como sí lo hizo Clorinda Matto, a quien mencioné anteriormente,  por lo que hay que saber diferenciar: es indigenista, pero no es parte del problema, es simple espectadora, a ella denominaremos “indianista”. Ahora bien, Arguedas sí nace dentro de una familia adinerada, pero su situación cambia tras la muerte de su madre, y el matrimonio de su padre con una mujer, ciertamente, acaudalada, pero quien se niega a darle un espacio entre su casa y le relega al campo, junto a los indígenas criados, con quienes  sí tiene una relación de afecto y fraternidad. Entonces, Arguedas crece junto a los criados, aprende su idioma y sus creencias y las respeta y valora como único tesoro al cual aferrarse.

Por supuesto hablamos de una época en la que el racismo estaba tan vigente que incluso se colaba en cuestiones de justicia, como es el caso de “El sexto”, obra de Arguedas en donde se relata la realidad carcelaria y que denota toda la injusticia que se comete en contra del inocente mendigo e indio, ignorantes e impotentes sobre sus derechos; una época en la que los indios vivían olvidados en los andes, pero aun así, explotados y maltratados por los hacendados, de quienes se aprovechaban hasta la última gota de sudor, de sangre y a quienes remuneraban avara y pobremente.

Todas estas características contextuales inspiran a Arguedas un sentimiento de profundo dolor y resentimiento con la sociedad de clase “alta” e inclusive normal y citadina, como lo era Lima, y fruto de esto es que escribe su extensa obra, que consta de muchas novelas, cuentos y ensayos, como sólo Arguedas podría haber escrito, tomando en su poder todas aquellas vivencias y recuerdos de su niñez, que  plasmó satisfactoriamente en cada una de sus obras, y aun si no hablaba de estas directamente, uno puedo notar que en su obra (en la que todo tiene un significado y todo tiene un sentido más allá del aparente) hay un claro mensaje de reivindicación racial, e incluso de orden social, en que lo nuestro resalta y tiene tanto valor como lo ajeno.

Arguedas hace evidente la confluencia de culturas, y si bien no fue pionero, pide que se respete a cada una de ellas, pide que no se pisoteen a ciertas y a otras cuantas se ensalce, pues él vive en carne propia el rechazo de la “raza” a la que pertenecía y la acogida de la raza, que finalmente, no es muy ajena a la suya; porque ya está dicho: Nadie en el Perú es de sangre pura, o de ascendencia limpia; todos somos frutos del mestizaje.
Es hora de aceptar eso, y vamos, es hora de dejar de vivir  acomplejados, creyéndonos inferiores o, de pronto, más feos o más pobres; las cosas son como son, y no tiene nada refutable. Somos nosotros mismos quienes estamos acomplejados de nuestra raza, de nuestros orígenes, nosotros mismos desearíamos no ser quienes somos, y después de todo no les culpo (a quienes se avergüenzan o tienen miedo) porque en una sociedad que te da la espalda por el color de tu piel, o tu forma de hablar, la reacción suena lógica, viable, e incluso parece la “única solución”, pero en realidad hay más que eso.

El mensaje multicultural que Arguedas transmite no radica en la exposición de las diferentes razas que existe en nuestro país, ni tan solo de denunciar los maltratos que se viven contra la raza indígena; el mensaje de Arguedas de hecho, busca reunir a todas las sangres del Perú, unirlas en una comunidad tolerante y que se aprecien las unas a las otras. Suena fácil, se escribe fácil, y lo digo con toda facilidad, pero la dificultad radica en llevar a cabo este cambio, que, sí, tomará tiempo, pero que no será imposible mientras todos pongamos de nuestra parte.

Noelia Cruz Morales

sábado, 20 de agosto de 2011

Rios profundos

Los ríos profundos retrata el viaje de Ernesto, un adolescente que tendrá que reconocer por sus propios medios cómo se configura el poder en una sociedad. En su viaje al Cusco junto a su padre, en su experiencia en el colegio y en su papel de testigo de las injusticias sociales que acontecen en Abancay, Ernesto irá conformando su propio juicio frente a un mundo en el que priman las diferencias y los conflictos sociales.

Todas las sangres

“Todas las Sangres” se publica en 1964. Un texto con páginas que recuerdan la tragedia de Dostoievski. Dio o paso a su discusión entre el autor algunos estudiosos sociales. Lo critican de no ser auténtico. Real. José Maria se defiende y asegura describir lo que ve.

Yawar Fiesta

“Yawar fiesta” aparece en 1941. Muestra todos los problemas de los indios. La corrida de toros trasuda por los conquistadores la transforma en algo propio y la denomina “corrida india”. Lo que vino de afuera, se queda en el pueblo que lo recibe y lo hace propio.
"...cualquier hombre no engrilletado y embrutecido por el egoismo, puede vivir, feliz, todas las patrias."
Jose Maria Arguedas

Una vida


Jose Maria Arguedas


miércoles, 17 de agosto de 2011

Biografía

Nació el 18 de enero de 1911 en Andahuaylas. Cuando tenía 3 años murió su madre y quedó al cuidado de su abuela. En 1917, su padre se casó con una terrateniente adinerada, quien determinó que el niño viviera con los sirvientes. Arguedas se crió en Puquio y estudió en Abancay, Ica y Lima.

Su vida y su creación se nutrieron de su tierra y del pueblo peruano, especialmente de campesinos, artesanos, músicas y artistas populares. “Recorrí los campos e hice las faenas de los campesinos bajo el infinito amparo de los comuneros quechuas”, contaba.

En 1928 publica en la revista "Antorcha" de Huancayo. En 1931 ingresa a San Marcos y culmina sus estudios de literatura en 1937, año en que es apresado por sus actividades políticas.

Se casa en 1939 con Celia Bustamante Vernal. En 1944 le sobreviene una crisis que le impide escribir por 5 años. En 1949 es cesado por comunista. Obtiene el grado de Doctor en Letras en 1963. En 1965 se divorcia y luego, en 1967, se casa con Sybila Arredondo. El 28 de noviembre de 1969 se suicida.